Concentración en Mérida, Jueves 17 a las 19:00 h en la plaza del Ayuntamiento.
Seguramente, a los japoneses siempre se les dijo que un accidente como el de Chernobil nunca seria posible en su país, lo mismo que ahora dice Eric Besson, el ministro francés de Industria "Todas las plantas de energía nuclear de Francia fueron diseñadas contemplando los riesgos sísmicos y los riesgos de inundación".
Un terremoto, un atentado terrorista, un fallo humano, un desgaste de material, ... da igual, exactamente igual, ninguna sociedad debería asumir dicho riesgo, el ser humano no puede asumir un riesgo cuyas consecuencias le superan. Y los políticos y medios de comunicación, que ahora en Extremadura y en España forman el poderoso lobby nuclear, no pueden, y nadie puede, asegurarnos durante 10, 100 o 1000 años que las instalaciones nucleares y los residuos que ahora producen no vayan a ocasionar un desastre nuclear como el producido en Chernóbil, o el que estuvo a punto de ocurrir en Vandellós I, cuyos residuos se encuentran en Francia después de cerrarse la central, o el accidente en 1970 de un reactor dela Junta de Energía Nuclear, antiguo centro de investigación nuclear, que después se convirtió en el Ciemat, cuyos residuos se guardan en bidones, sin vigilancia, ni control, en la antigua mina de la Haba (Badajoz).
En época de crisis, o en cualquier época, parece ser que cualquier decisión tiene que pasar por el tamiz de la economía, y ahí es donde más y mejor miente el lobby nuclear, a sabiendas de que la mayoría de los ciudadanos anteponen el bienestar inmediato a un riesgo difuso. Pues bien, nosotros, los ciudadanos, a través de los impuestos subvencionamos la energía nuclear y lo seguiremos haciendo durante 10, 100 o 1000 años. Es así, como la industria nuclear se ha convertido en el más claro ejemplo de externalización de los costes, que implica cargar parte de éstos a la sociedad, como seguridad, responsabilidad civil, gestión de los residuos y el desmantelamiento de las viejas centrales. Así, privatizando los beneficios y socializando las pérdidas, cualquiera SE APUNTA, como diría aquel.
Un terremoto, un atentado terrorista, un fallo humano, un desgaste de material, ... da igual, exactamente igual, ninguna sociedad debería asumir dicho riesgo, el ser humano no puede asumir un riesgo cuyas consecuencias le superan. Y los políticos y medios de comunicación, que ahora en Extremadura y en España forman el poderoso lobby nuclear, no pueden, y nadie puede, asegurarnos durante 10, 100 o 1000 años que las instalaciones nucleares y los residuos que ahora producen no vayan a ocasionar un desastre nuclear como el producido en Chernóbil, o el que estuvo a punto de ocurrir en Vandellós I, cuyos residuos se encuentran en Francia después de cerrarse la central, o el accidente en 1970 de un reactor de
En época de crisis, o en cualquier época, parece ser que cualquier decisión tiene que pasar por el tamiz de la economía, y ahí es donde más y mejor miente el lobby nuclear, a sabiendas de que la mayoría de los ciudadanos anteponen el bienestar inmediato a un riesgo difuso. Pues bien, nosotros, los ciudadanos, a través de los impuestos subvencionamos la energía nuclear y lo seguiremos haciendo durante 10, 100 o 1000 años. Es así, como la industria nuclear se ha convertido en el más claro ejemplo de externalización de los costes, que implica cargar parte de éstos a la sociedad, como seguridad, responsabilidad civil, gestión de los residuos y el desmantelamiento de las viejas centrales. Así, privatizando los beneficios y socializando las pérdidas, cualquiera SE APUNTA, como diría aquel.
La razón, los hechos y el tiempo juega en contra de los intereses nucleares, y su peligro y los grandes costes ambientales y económicos que implica su utilización deben hacer cumplir al Gobierno su compromiso electoral de un calendario de cierre de los ocho reactores nucleares existentes, lejos, muy lejos, de los intereses de las compañías energéticas y de algunos líderes políticos y sindicales que hoy forman parte del lobby nuclear.
Hoy más que nunca la nuclear no es la solución; su energía es cara, contaminante y muy peligrosa, y no hay compañía de seguros, ni político en la Tierra que pueda asegurar los daños medioambientales y humanos de un posible accidente nuclear.
Francisco Folguera. Coportavoz de Ecolo-Verdes de Extremadura
Domingo 27 de marzo a las 12 hrs,concentración a las puertas de Almaráz
Retama se suma a la concentración convocada para el domingo 27 a las puertas de Almaráz. La coincidencia hace que, este acto que estaba programado con anterioridad al incidente de Fukushima, tenga una mayor relevancia y significado.
Texto inicial de la convocatoria:
El domingo 27 de marzo a las 12 horas, Concentración en las puertas de Almaraz para protestar por el alargamiento de la vida de las centrales nucleares y recordar el accidente de Harriburg.
Convocamos por el momento: ADENEX, Ecologistas en Acción, Plataforma Antinuclear Cerrar Almaraz, Plataforma Cementerio Nuclear NO en Extremadura, CNT, CGT, Izquierda Unida y esperamos que os sigais sumando. OS ESPERAMOS
Accidente de Three Mile Island (Harrisburg 1979)
La Unidad 2 de la nuclear de Three Mile Island (Isla de las Tres Millas), cerca de Harrisburg, sufrió el 28 de marzo de 1979 el accidente más grave de la historia nuclear de los EE UU, y el segundo más grave de la historia de la industria nuclear.
La Unidad 2 de la central nuclear de la Isla de las Tres Millas, situada a 16 km de la ciudad de Harrisburg (Pennsilvania), que tenía una población de unos 70.000 habitantes, sufrió un severo accidente el 28 de marzo de 1979. Una pequeña fuga en el generador de vapor desencadenó el accidente más grave de la historia nuclear de los EE UU, y el segundo más grave de la historia de la energía nuclear. Las causas hay que atribuirlas al diseño de aquella planta que la convertía en tremendamente insegura.
La pérdida de refrigerante ocasionó un aumento de la temperatura del núcleo que, finalmente acabó por fundirse dando lugar al esparcimiento de material radiactivo en la contención y a la formación de una peligrosa burbuja de hidrógeno que amenazó con provocar una explosión que hubiera lanzado al medio toneladas de material radiactivo. Para evitar esta explosión se optó por liberar una cantidad indeterminada de gas radiactivo, que afectó a la población de las ciudades circundantes.
Las consecuencias del accidente sobre la salud de la población están todavía sometidas a controversia, puesto que resulta muy difícil evaluar las dosis radiactivas a que fueron expuestos los afectados. Las acciones de emergencia que se pusieron en práctica fueron claramente insuficientes y consistieron en la evacuación de las mujeres embarazadas y de los niños en un radio de 8 millas en torno a la central, dos días después de accidente. Se han detectado aumentos de malformaciones congénitas, de cánceres y de enfermedades psicológicas debidas al estrés sufrido por la población.
El accidente de Harrisburg supuso el principio de la decadencia de la energía nuclear en el mundo. Por un lado aquel accidente demostró que las centrales nucleares eran inseguras, lo cual hizo aumentar la oposición y, por otro lado, los costes de las medidas de seguridad tomadas a partir del accidente han encarecido notablemente las centrales, lo cual las convierte en poco competitivas frente a otras fuentes de energía.
Por desgracia las enseñanzas de accidente de Harrisburg no fueron suficientes para evitar el accidente nuclear de Chernobil en 1986, el más terrorífico de los acaecidos hasta el momento.