Durante la pasada primavera asistimos a un intento de tala de encinar a orillas de nuestro embalse, en las dehesas donde se encuentran las fincas “El Sevillano” y “Vega Quemada” en los términos municipales de Navalvillar de Pela y Puebla de Alcocer. No muy lejos del paraje conocido como Cogolludo.
Este intento de tala masiva pudo entonces ser paralizado, cuando ya se habían arrancado dos o tres decenas de ejemplares centenarios, gracias a las denuncias de este y otros colectivos conservacionistas de Extremadura. Entonces la Consejería de Agricultura había autorizado el cambio de cultivo al propietario de estas grandes fincas, pese a no disponer de la preceptiva declaración de impacto ambiental. Tampoco se sabe bien cómo del Servicio Forestal autorizó al propietario la tala, pese a ser dehesa de encinar y encontrarse en la ZIR Embalse de Orellana y Sierra de Pela, además de estar declarada ZEPA, LIC, humedal internacional RAMSAR, y estar dentro de la Red Natura 2000. Decir que el entorno afectado alberga colonias de Cigüeña blanca, rapaces como el Elanio Azul, Aguililla Calzada, Aguilucho lagunero occidental, zona de alimentación para la Cigüeña Negra y dormidero de la Grulla común durante la invernada.
Ante las denuncias la Dirección General del Medio Natural reaccionó rápidamente, revisando de oficio la autorización de tala y ordenando la suspensión de la ejecución de la autorización; no tanto así la Consejería de Agricultura.
En las fechas que delimitaban el mes de Julio con Agosto, y en que todos comenzábamos nuestras vacaciones, llegó el día en que todas las encinas, varios centenares, amanecieron arrancadas. Todo había sido demasiado deprisa, tanto que ni los nidos que sustentaban y arropaban a los poyuelos se salvaron. Y a pesar de la revisión de oficio y la orden de suspensión de Medio Ambiente. La indignación de los grupos ecologistas fue entonces mayúscula, y la Dirección General del Medio Natural trasladó los hechos al Ministerio Fiscal, tal y como exigíamos.
No reaccionó así la Consejería de Agricultura, que en todo caso inicialmente sus servicios jurídicos se centraron más en buscar trabas formales a los escritos presentados por los grupos ecologistas que atender el contenido que estos presentaban. Y finalmente llegó la tan esperada revisión de oficio de la autorización de cambio de cultivo, de forma tan efectiva que… la dejaron caducar. La reabrieron de nuevo, y ahora sí a 15 de abril del presente, por fin resolvieron declarar nula la autorización de cambio de cultivo.
Pero a pesar de toda esta trastienda burocrática y legal, que quizá a regañadientes parece querer proteger nuestros espacios naturales y nuestro entorno, la realidad es que recientemente las encinas arrancadas han sido retiradas, haciéndose aprovechamiento de la tala. Y en algunas zonas las máquinas han comenzado a trabajar la tierra, en lo que parece pretender consumarse en un cambio de cultivo, probablemente a olivar intensivo.
Este grupo ecologista ha puesto estos hechos en conocimiento de las respectivas Direcciones Generales de Agricultura y Medio Ambiente, como un episodio más de lo que ya viene a parecerse la eterna batalla de David contra Goliat.