“Muchos de nosotros escuchamos, de chicos, aquellas palabras del abuelo, del padre o del hermano mayor. O de la abuela, de la madre o de la hermana mayor: nunca pelees si no tienes las de ganar. Es ocioso decir que, quien las tuvo en cuenta y no las echó en saco roto, está leyendo ahora este texto con una sonrisa dibujada en los labios.
“Resiste”, me susurraban las obstinadas hojas de las acacias del barrio, cuando el viento de otoño las hacía caer sobre el descuidado asfalto de la provinciana avenida. Cada una me recordaba, en la dignidad de su natural caída, la biografía del héroe romántico al que la vida sometía a pruebas aparentemente insuperables, ya desde la juventud: desde un dolor de amores hasta conseguir por fin levantar el barco dentro de la botella. Después, a todos nos pasa, las pruebas vinieron envueltas con los lazos de la mentira y se hicieron más tercas: al negar nuestros monstruos, acabamos por engordarlos, y ellos no dudan en seguir encaramados en lo más alto de nuestra sociedad, tupiendo su cima de sombras. Y todo parece previsto para convertirte en un indolente, hasta que, en una esquina, y después en otra, y en otra más, encuentras ejemplos de gente que se enfrenta a las pruebas más duras con el coraje de un paquebote en un inmenso océano.
Y si, siempre parece suceder de repente, que la sinrazón, el mundo tenebroso, aparece a las puertas de tu casa: y se habla de construir una gigantesca fachada de torres humeantes en medio del curtido campo, reprimido durante épocas. Entonces piensas de nuevo en aquellas palabras del abuelo, del padre o del hermano mayor. O de la abuela, de la madre o de la hermana mayor. Y en el ejemplo que esas gentes te dan a seguir, poniéndote alerta frente al espejo. Y aunque los gritos y los cuchicheos les comparen con un palillo en alta mar, asumes la pelea, porque tienen las de ganar, porque tienen de su parte argumentos, como un camarero, tienen paciencia como un médico, tienen sed de justicia como un pedagogo, tienen honradez como un peregrino, memoria como un biógrafo, serenidad como un alfarero, fidelidad como un jardinero, tienen fondo como un corredor, tienen angustia y certezas como un abogado defensor, decisión como un filósofo, temperamento como un economista, tienen la dureza del labrador, la fe del ingeniero…Tenían las de ganar…
La Plataforma Ciudadana Refinería No ha sido, desde la fecha misma de su constitución, un ejemplo para la sociedad extremeña. Un ejemplo histórico de forzada suplantación de los poderes públicos en la defensa del interés general, la salud pública, la educación social y la información veraz, frente a la envalentonada apuesta por todo lo contrario de unas instituciones y unos agentes sociales empeñados en lo inviable, cegadores de masas, cegados a su vez por el brillo de una confusa codicia, la de permanecer al mando de un mundo en caída libre, al que solo la cordura puede frenar. Así, durante más de un lustro, ciudadanos cuerdos, coherentes con los principios de la convivencia y la legalidad, se han visto agredidos, imputados, apartados y heridos en su dignidad durante un proceso que ha terminado con un triunfo contra el pronóstico de quienes no tenían las de ganar: el triunfo de la previsión antes que la cura, el de la sensatez sobre la quimera, el de la legitimidad sobre la imposición, sobre la arbitrariedad. No siempre sucede, seamos consecuentes con la realidad y el destino de los héroes. Por ello, precisamente, éste su éxito merece ser reconocido en toda su exuberancia.
Y que ese agradecido reconocimiento que son, a su vez, los Premios Tégula, parta hacia el ejemplo de generosidad de los abogados (Antonio Terrón Pérez, Miguel Parra, Endika Zulueta san Sebastian, Manuel Rodríguez Williams-Blanco, José Burguillos Santos, Adolfo Fernández Díaz, Amparo García Vela y Ángel García Calle) que llevaron a la patente absolución de los ciudadanos abusivamente imputados, y hacia el de los expertos (Roberto Bermejo Gómez de Segura y Pedro Costa Morata) en economía, ingeniería y medio ambiente, por su información sobre los perjuicios de la refinería, y por expresarla independientemente contra viento y marea, tal y como, y decisivamente, ha actuado la Plataforma contra la contaminación de Almendralejo.
Ellos, unos y otros, son esos héroes románticos y realistas, que viven en cada esquina y resisten audaces, hasta ceder solo por la fuerza del tiempo y el curso natural, con la sencillez de una hoja del árbol de la dignidad.”
José Camello Manzano